7 cosas que hacer en Vilnius en un día

La capital de Lituania sería el inicio de unos de los mejores viajes que he hecho hasta ahora. Nos remontamos al verano de 2013, en el que un gran amigo me invitó a acompañarlo al viaje que el ya tenia medio preparado junto a su hermana. La aventura comenzaría en Vilnius; luego pasaríamos por Rusia, visitando Moscú y St. Petersburgo; seguido de Estonia y saltando hasta Helsinki. Desafortunadamente, Helsinki sería mi última parada ya que no me quedaban más días de vacaciones, pero ellos volverían a Estonia, Letonia y regresarían a Lituania.

En esa época, poco entendía yo de fotos. Iba con mi pequeña cámara compacta haciendo las típicas fotos de turista, pero también fue mi primera toma de contacto con una cámara réflex (la que llevaba la hermana de mi amigo), razón por la que varios meses después me compraría mi primera réflex. Hoy día, no concibo un viaje sin mi réflex colgada al cuello…

El viaje comenzó fuerte, ya que la conexión aérea directa entre Málaga y Vilnius no es muy común, así que buscando mucho, la opción más barata hacia escala en Noruega, pasando toda la noche durmiendo en una silla, literalmente.

He de confesar que cuando me dijeron de ir a Lituania no tenía idea alguna del país, no sabía ponerlo en el mapa y siempre lo confundía con su vecina Letonia. Sí, me pasó a mi y seguramente a muuuucha más gente, porque esta zona es una de las más desconocidas de Europa, aunque en los últimos años, gracias a los cruceros por el Báltico, son un poco más conocidas.

Alojamiento

Una vez que llegamos fuimos directo a nuestro alojamiento, un piso de un amigo de Silvia, situado en uno de los muchos barrios comunistas que hay repartidos por toda la ciudad.

Ya sabemos como son este tipo de barrios, de arquitectura brutalista con edificios tristes y simplones que no deja nada para la imaginación. Fue un schock cultural fuerte, pero oye, a mi la experiencia me encantó. 🙂

Una vez instalados, era la hora de recorrer esta pequeña capital y descubrir sus rincones, que seguro sorprenderán a más de uno.

Pero antes, un poco de:

Historia

Las historia de esta ciudad y en general del país, es bastante extensa y tumultuosa, y daría para escribir varios posts, así que intentaré resumirla para que al menos podamos entender algunos aspectos de este joven país.

Los orígenes se remontan allá por el año 9.000 a.c, cuando varias tribus se asentaron en la zona durante miles de años, comercializando el ámbar tan conocido en esta zona. No fue, hasta el año 1.253, cuando todas éstas tribus se unieron para formar el Gran Ducado de Lituania. No sin dificultades, este Gran Ducado se expandió rápidamente, extendiendo sus fronteras hasta la misma orilla del Mar Negro. Mucho mayor fue su expansión  cuando establecieron una alianza con Polonia, llegando a ser a mediados del 1.400, uno de los mayores imperios europeos y Vilna una de las ciudades más importantes. Pero en esta vida, nada es para siempre y la relación con Polonia empezó a desquebrajarse. Como en una relación de pareja en crisis, Rusia aprovechó la ocasión para entrar en el juego. Llegaba la primera etapa de dominación soviética, aunque la población Lituana siempre intentó rebelarse, provocando una mayor dureza por parte de los zares, implantando la religión ortodoxa, leyes rusas o el propio idioma soviético. Aun así, la ciudad de Vilnius se industrializó rápidamente, y atrajo a una gran comunidad judía, hasta tal punto, que se la conocía como la «Jerusalén del Norte».

Salvo periodos muy cortos en el que el país pudo conseguir su independencia, la II Guerra Mundial golpeó fuertemente al país, y lo nazis bajo su ocupación, exterminaron prácticamente a toda la población judía. Más tarde, los soviéticos expulsaron a los nazis y claro está que tocaba otra época bajo dominación rusa. Lituania pasó a formar parte de la antigua U.R.S.S, y aunque se convirtió en una de las regiones más prósperas de país, los contrarios al régimen no contaron con mucha suerte, siendo torturados y asesinados.

Tuvieron que aguantar décadas de estricto comunismo, hasta que en 1990, con una U.R.S.S que se desquebrajaba, Lituania, junto a sus vecinas Bálticas, se lanzaron a por su independencia. Fue la famosa cadena humana de más de 600 km., formada por estos tres países, las que pusieron en boca de todo el mundo la situación de la región.

La independencia no fue del todo pacífica y Rusia respondió con maniobras militares, en el que se montaron barricadas por la ciudad intentando parar lo inevitable. Algunos restos de éstas barricadas aun se pueden contemplar por la ciudad.

«Dios mío, gracias»

Una vez independizado, todo no ha sido de color de rosa, pasando por periodos de fuerte recesión económica, aunque como siempre, el país ha seguido hacia adelante, hasta tal punto de formar parte de la Unión Europea.

Ahora sí, es la hora de recorrer sus calles.

Os contamos 7 cosas que podrás ver y hacer en Vilnius en un día:

1. Perderte por su Casco Antiguo

Hay que iniciar la ruta por lo que es seguramente más conocido Vilnius, su barroco casco antiguo, fruto de su época medieval gloriosa y declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Es considerado el más grande de toda Europa Oriental y del Este, por lo tanto, no van a faltar calles pintorescas, edificios preciosos (de todos los estilos arquitectónicos, no sólo barrocos) y en definitiva unos paseos muy agradables. Se le conoce como la «Praga de los Bálticos».

Como siempre, en este tipo de lugares, lo mejor es dejarse perder e ir descubriendo sus rincones.

¿Qué podemos encontrar por aquí?

Terrazas, muchas terrazas, obviamente en verano, ya que en invierno aquí no sale al aire libre ni Dios, así que durante el buen tiempo tienen que aprovecharlo. Fue aquí, sentado en una de las terrazas, una de las primera gratas sorpresas del país, ¡los precios!

Buena cerveza y buena comida por poco más de la mitad del precio que en España. Desconozco si sigue siendo así después de la entrada del Euro, pero en 2013 fue una gozada.

Kepta Duona, el aperitivo lituano más típico

Otra cosa que te llamará la atención es el gran número de parejas recién casadas haciéndose el reportaje de bodas. Lo curioso es que no solo va la pareja y el fotógrafo, si no un séquito formado por los padrinos, amigos y mascota si hace falta.

Ojo, si hay que poner decoración en medio de la calle, se pone.

El punto de partida para recorrer el caso histórico es su calle principal, Pilies, repleta de restaurantes y tiendas de souvenirs con todo tipo de joyas y artilugios hechos con ámbar.

La calle desemboca en la Plaza del Ayuntamiento, que por suerte, se celebraba un mercadillo medieval muy pintoresco.

Había de todo: puestos de comida tradicional y de artesanía local,

y cómo no, espectáculos que hacían disfrutar tanto a turistas como locales.

Fue aquí donde he vivido una de las anécdotas más curiosas de mi vida. En uno de los puestos, había armaduras medievales que te las podías poner para hacer la foto de rigor.

Ahí estaba yo como mi espada en alto cuando de pronto noto un breve empujón, hasta que me dí cuenta que la Presidenta de Lituania estaba justo a mi lado!!!!

Fue uno de los guardaespaldas quien me quitó de en medio. ¿Os imagináis, con lo patoso que soy yo, que se me cae la espada encima de ella?  Me veríais en el programa de encarcelados en el extranjero 😦

En medio, Dalia Grybauskaite, Presidente de Lituania

Bromas a parte, el mercadillo estaba muy bien, así que me encantó.

Dejando atrás la plaza, llegamos a otro de los iconos del centro, la Puerta de la Aurora. Es la única puerta de la muralla antigua que continúa en pie, puertas a las que normalmente se instalaba alguna capilla con iconos religiosos para salvaguardar a la ciudad y dar buena suerte a los que salían de ella.

Lugar de peregrinación, siempre verás a gente rezándole a la Virgen.

Es en este punto, cuando uno se da cuenta que este país es muy católico y no hay más que mirar el gran número de iglesias que hay por todos lados.

Sin duda una de las más bonitas, es la Iglesia de Santa Ana, de estilo gótico y construida a base de 35 tipos distinto de ladrillos rojos.

No obstante, también las hay ortodoxas, así como algunas sinagogas.

2. Sorprenderte con la República de Uzipis

Nos adentramos en el rincón más pintoresco y curioso de la ciudad, la República de Uzipis, un autoproclamado país por parte de artistas y bohemios que se instalaron en uno de los barrios más abandonados de Vilnius.

En su origen, Uzipis era uno barrio judío, pero tras el paso de los nazis, la zona quedó vacía de vida y abandonada. Los años pasaron y la zona cada vez estaba más degradada, regentada por indigentes, prostitutas o drogadictos. No era precisamente la mejor zona para pasear o vivir.

Pero fue poco antes de la independencia de Lituania cuando algunos artistas empezaron a instalarse en estos edificios abandonados. Poco a poco el movimiento se hizo más grande hasta tal punto de proclamar su propia república en 1997, aunque evidentemente no reconocida de forma oficial. Tienen su propia constitución, bandera y hasta un ejército que va armado con brochas y pinceles.

Los 41 artículos de la constitución están expuestos en una de las calles en multitud de idiomas y merece la pena perder 5 min. leyéndolos. Sólo os puedo decir que se les va un poco la «pinza».

Justo a la entrada, un letrero nos avisa que entramos en un país independiente.

Cierto es que todo es un poco a coña, pero no hay que negar que el barrio es una gozada, con un toque muy especial, bastante parecido al Montmartre de París o la Ciudad Libre de Christiania, en Dinamarca.

Además, es un auténtico museo al aire libre, con multitud de obras de arte repartidas por las calles del barrio.

Sin duda una visita obligada en Vilna.

3. Subir a la Torre de Gediminas

La Torre de Gediminas, símbolo nacional, se alza imponente sobre la colina con el mismo nombre y es visible desde cualquier punto de la ciudad.

Formaba parte de un castillo ya desaparecido y está construido sobre los restos de tres fortificaciones de madera mandadas a construir por Gediminas, el fundador del Gran Ducado, tras un sueño profético.

Lo mejor son las vistas de toda la ciudad que hacen que bien merezca la pena subir a pie toda la colina. No obstante, existe un funicular que por 1,5 € te evita la dura subida.

Subida a la torre y al fondo a la derecha, la Colina de las Tres Cruces

Nosotros, que somo unos campeones, subimos dos veces, una por la mañana y otra, como no podía ser, al atardecer.

Espectacular.

4. Maravillarte con la Plaza de la Catedral

Finalizamos el primer día en el lugar más monumental de la ciudad, con la blanca Catedral de Vilna y la torre que alberga el campanario, que curiosamente, está separado unos metros de la misma.

Cierto es que no es una de las catedrales más bonitas del mundo, pero en conjunto con la torre, es un lugar bastante fotogénico, perfecto para el atardecer.

Fue en este punto, donde comenzó la cadena humana que comenté anteriormente.

El día llegaba a su fin, así que volvimos a nuestro barrio comunista, que si durante el día daba miedo, de noche no os digo nada.

5. Pasear por la Ribera del río Neris

El día amaneció muy soleado, perfecto para el planning que llevábamos: mañana en Vilna y tarde en la vecina Trakai.

Decidimos alejarnos un poco del centro y bordeamos toda la ribera del río Neris, que parte la ciudad en dos. Durante el paseo, se puede contemplar los rascacielos que han y están construyendo en al parte Norte de la ciudad.

Con el día que hacía, apetecía bastante pasear por aquí.

6. Visitar el Museo del Genocidio

O también llamado de la KGB, es una de las visitas obligada en Vilna. Como conté anteriormente en el apartado de historia, Lituania ha sufrido varios genocidios y la base de éstos se llevaron y organizaron desde aquí.

Construido en el siglo XIX bajo dominio soviético, pronto se convirtió en una cárcel para presos políticos. Bajo la ocupación nazi, se convirtió en la sede de la GESTAPO y más tarde, bajo la U.R.S.S, la sede de la KGB. En ambos periodos hubo un denominador común, las torturas y ejecuciones.

La visita recorre las celdas, salas de tortura y una sala de ejecución que es sin duda lo que más impresiona. Justo en el punto de ejecución, la pared está repleta de marcas de bala. Un lugar oscuro y frío, que sin duda te hace reflexionar sobre la crueldad humana.

Precio de la entrada: 2 €

7. Recorrer la Avenida Gediminas

Terminamos nuestro recorrido en la calle principal de la ciudad y donde se encuentran todas las instituciones gubernamentales, como el Parlamento, la Corte y los ministerios.

Además, también es donde se encuentran las tiendas de marcas, así como el Teatro y la Biblioteca Nacional.

Justo esta calle desemboca en la Plaza de la Catedral, punto y final de nuestra visita a la capital lituana.

Una capital que parece un pueblo y que esconde preciosos rincones merecedores de una visita. Buena cerveza, preciosos callejones y mucha historia os esperan en Vilna.

Espero que es guste tanto como a mí.

4 comentarios en “7 cosas que hacer en Vilnius en un día

  1. Excelente tu post sobre Vilnius! Gracias por tan buena información! Saludos desde Argentina! Roberto

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    1. Muchísimas gracias Roberto! Es un país desconocido en media de una Europa muy explotada. Saludos desde España!☺️

      Le gusta a 1 persona

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