5 cosas que hacer en Amberes en un día

Amberes (Antwerpen en Neerlandés) sería la tercera y última ciudad de Flandes que visitaríamos.

Si buscas Amberes por internet, lo primero que encontrarás es que es la ciudad de los diamantes, capital de la moda,  con una gran actividad industrial y una oferta muy grande de ocio, o lo que es lo mismo: muchas cosas mezcladas, ¿no?

En un principio, visitarla no entraba en nuestros planes, pero tras habernos dado tiempo a visitar Brujas, Gante y bastantes rincones de Bruselas, decidimos sacrificar algunas atracciones para conocer la segunda ciudad en importancia de Bélgica.

¿Mereció la pena?

Mejor contestar esta pregunta al final.

¿Cómo llegar?

Ya a estas alturas de la película, no hace falta decir que la mejor forma de llegar a Amberes es en tren.

  • Si vienes desde Bruselas: precio del billete sencillo 7,30 € y 45 min. de trayecto.
  • Si vienes desde Gante: precio del billete sencillo 9,40 € y 57 min. de trayecto.

Si no os queréis complicar la vida, siempre podéis contratar esta excursión desde Bruselas.

Historia

Fundada como fortaleza en el año 768 y destruida posteriormente por los vikingos, no empezó a cobrar importancia hasta que el canal Zwin (el que le daba acceso al mar a la vecina Brujas) empezó a encenagarse. Amberes, gracias al río Escalda, tenía una acceso natural al mar y prácticamente todo el comercio de Brujas comenzó a pasar por aquí.

Fue aquí, cuando en 1531 se abrió la primera Bolsa y poco a poco la ciudad llegó a convertirse en una de las ciudades más importantes y prósperas de Europa.

Pero esta prosperidad no duró mucho, que entre las revueltas de los protestantes y la sublevación de las tropas españolas que fueron enviadas para paliarlas, generaron una inestabilidad que ahuyentaron a los comerciantes, que pusieron rumbo a los que es hoy los Países Bajos.

Una vez que llegó la paz y que la ciudad parecía que se recuperaba, el Tratado de Westfalia (fin de la guerra entre flamencos y españoles en 1648) cerró el río Escalda a barcos que no fuesen flamencos. Perdido el acceso al mar, la ciudad se arruinó, hasta que Napoleón, en 1797, reviviera la ciudad. Se reconstruyeron los muelles y el puerto comenzó a funcionar como antaño, convirtiéndose en el tercer puerto del mundo por aquella época.

En la II Guerra Mundial, la ciudad sufrió otro gran golpe por culpa de su gran puerto, siendo un punto estratégico militar muy importante. Con la ocupación alemana, gran parte de la población judía falleció. Ya acabada la guerra, la ciudad tuvo que volver a levantarse y reinventarse.

Hoy día Amberes sigue siendo un importante centro económico y su puerto, es el segundo más importante de Europa (por detrás de Rotterdam). Además, se ha convertido en una de las ciudades de la moda y el diseño; y como no, centro principal del mercado de diamantes.

Una buena opción para un primer contacto con la ciudad, son los conocidos «freetours». Si estás interesado en hacer uno, puedes reservarlo directamente aquí.

Por cierto, como en otras ciudades, Amberes también tiene su tarjeta turística, la Antwerp City Card la cual te da el acceso gratuito a casi todas las atracciones de la ciudad y al transporte público. Puedes contratarla directamente aquí.

Un día de visita puede dar mucho de sí, así que te contamos 5 cosas que podrás ver y hacer en Amberes en un día:

1. Admirar la Antwerpen-Centraal

La Estación Central de trenes de Amberes, por si sola hace que merezca la pena una visita a esta ciudad. Considerada como una de las estaciones más bonitas del mundo, puedo afirmar que no están muy equivocados, por lo menos de las que yo haya visto. Llegar aquí en tren, salir del vagón y encontrarte con esto, es sin duda una de las mejores experiencias en Bélgica.

Construida en 1905, está inspirado en el Panteón de Roma (fíjate en su techo) y se utilizaron una veintena de diferentes tipos de mármol, ganándose el sobrenombre del «Templo de Mármol» o «Catedral Ferroviaria«.

Dedícale una rato, dando una pequeña vuelta tanto por dentro como por fuera.

2. Conocer el Barrio Judío

O distrito de los diamantes, está justo al lado de la Estación. Son sólo varias calles peatonales, pero acapara el 80 % del comercio mundial del diamante en bruto.

Decenas de tiendas de diamantes se suceden una tras otras, salteada por bancos y empresas especializadas en su trasporte. Actualmente, gran parte de este mercado está en manos de los indios, pero históricamente, eran los judíos ortodoxos, quienes manejaban este mercado.

Si tenéis la suerte de poseer alguna de estas de «piedras», seguramente en el certificado pondrá «Cut in Antwerp«.

¿Habéis visto la película Snatch: Cerdos y Diamantes? Pues adivinad donde se rueda una de las primeras escenas 🙂

Fuente: Youtube, Canal de Censura Pirata.

Por cierto, peliculón!!

3. Perderse por su casco antiguo y su plaza principal: Grote Markt

Tan sólo 1 kilómetro separa la Estación Central del casco antiguo.

Aunque los tranvías pasan cada varios minutos, lo mejor es ir dando un paseo, primero por la avenida De Keyserlei y después Le Meir, la calle comercial más importante, con cientos de tiendas, tentando a gastarte los pocos eurillos que te quedan en el bolsillo.

Nosotros pasamos rápido, vaya que picásemos y sin apenas darnos cuenta ya estábamos en la Grote Markt.

Al igual que otras ciudades Bélgica, como Bruselas o Brujas, la plaza está rodeada de preciosas casas gremiales; además el ayuntamiento (Stadhuis), abarca por completo uno de los laterales, con una fachada de estilo renacentista italo-flamenco repleta de banderas.

Presidiendo la plaza, está la fuente de Silvius Brabo, héroe de la leyenda que todo habitante de Amberes conoce desde pequeño.

Según cuenta la tradición, hace mucho tiempo, un gigante llamado Antegoon tenía atemorizada a toda la población, obligando a pagar un impuesto a todo aquel marinero que quisiera cruzar o subir por el río Escalda, y al que se negase, le cortaba la mano tirándola al río. Hasta que llegó Silvius Brabo, un soldado romano que le plantó cara y se negó a pagar el impuesto. Brabo ganó el enfrentamiento, le cortó la mano y la tiró al río, momento inmortalizado en la fuente de la Plaza del Mercado.

Aunque sea sólo una leyenda, verás manitas de recuerdo por todos las tiendas de souvenirs, así como en las pastelerías, donde verás galletas y dulces con forma de mano (Antwerpse handjes).

Hasta el nombre de la ciudad deriva de esta leyenda, donde «ant» significa mano y «werpen» lanzar.

Sin duda, esta plaza es el lugar más fotogénico de la ciudad, pero desgraciadamente había instalado un escenario justo encima de la fuente de Brabo.

Aunque ya la estaban desmontando, no nos iba a dar tiempo a verla tal  y como es.

¡Mala suerte!

4. Visitar la Catedral de Amberes

Justo al sur de la Grote Markt, nos adentramos en la Handshoenmarkt, una pequeña plaza triangular, con varias terrazas y tiendas que venden lo típico belga: chocolate  y cerveza.

Pero además, alberga el mayor templo religioso de Bélgica, la Catedral de Nuestra Señora (Onze Lieve Vrouwe Kathedral), con una torre que alcanza los 126 metros, visible desde cualquier punto de la ciudad.

En su origen, la catedral iba a estar provista de dos torres, pero por culpa de un incendio en 1533 y las sublevaciones e inestabilidad política de la época, nunca llegó a construirse. Me suena un poco a mi «Manquita» de Málaga 🙂

En el interior, se expone varias obras del hijo más famoso de la ciudad, el pintor barroco Pedro Pablo Rubens. Entre ellas, la obra «Descendimiento de la Cruz«, considerada como una de las 7 maravillas de Bélgica.

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Fuente: Wikipedia

A lo largo de los siglos, la Catedral ha sufrido varios incendios, saqueos y robos de las piezas más famosas de Rubens. Pero al igual que su ciudad, la catedral ha conseguido sobrevivir a todos estos hechos y hoy día, completamente restaurada y con sus piezas más importantes recuperadas, la catedral luce de maravilla. Una pena que cobren entrada (unos 5 €) o que no se pueda subir a su torre.

El hambre ya picaba y decidimos meternos en alguno de los restaurantes que habían en esta misma plaza. Nuestro estómago ya no soportaba más patatas fritas, así que restaurante italiano al canto.

5. Pasear por el Puerto de Amberes

Con la barriga bien llena, nos dirigimos hacia el Oeste, llegando al Puerto de Amberes, o más bien lo que antiguamente era el puerto.

Actualmente, el puerto se sitúa un poco más al norte, justo en la frontera con Holanda, donde trabajan cerca de 60.000 personas en casi 14.000 hectáreas de instalaciones, que como dije antes, lo convierten en el segundo más importante de Europa.

¿Pero que queda del antiguo puerto?

Pues más bien poco, pero se ha reconvertido en un paseo junto a la ribera del río Escalda. Tiene un toque muy nostálgico, con eso hierros oxidados, barandillas pintadas y antiguas naves que parecen que están abandonadas.

Aquí también podemos encontrar el Castillo Steen, considerado el edificio más antiguo de la ciudad y que en la actualidad alberga el museo naval. La verdad que el castillo en sí no tiene mucho, pero como pilla de camino por el paseo, no está de más adentrarse en él.

Lo mejor, a parte de las vistas hacía la otra parte del río, es darse la vuelta y ver toda la panorámica de la ciudad, con la imponente torre de la catedral sobresaliendo de los antiguos edificios.

Fue aquí cuando dimos por concluida nuestra visita en Amberes, habiendo dejado sin ver lógicamente muchas cosas, como la Casa de Rubens, el moderno museo MAS o degustar la cerveza local De Koninck; pero queríamos aprovechar las últimas horas del viaje en Bruselas, ya que nos quedaba por ver de la Gran Place iluminada o tomar una cerveza en el Delirium Tremens.

Mi humilde opinión sobre Amberes es, que si vas con tiempo y ya has visitado Gante, Brujas y Bruselas, sin duda no dudes en visitarla, pero no sacrifiques ninguna de las anteriores por esta ciudad, aunque como siempre digo, para gusto los colores!!

Todas las fotos en su álbum de Flickr.

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