Para el 2º día en Berlín, el plan era intentar ver el máximo de rincones «imprescindibles» posibles y cómo ya era nuestro último día, había que afinar mucho para no dejar alguno pendiente.
El metro fue la clave, ya que a diferencia del día anterior, algunos lugares ya si estaban un poco más alejados del centro.
Para ambientarnos un poco:
Como siempre decimos, la mejor forma de tomar contacto con la ciudad si no sabes mucho de ella, es haciendo un Free Tour. Desde aquí podéis reservar uno de los mejores.
¡Vámonos de ruta!
DDR Museum
El día comenzó con este pequeño e interactivo museo. Mirando las críticas en tripadvisor y similares, vi que eran muy negativas y tal vez si no hubiese tenido la invitación por parte del museo no habríamos ido.
¿Pero sabéis qué?, nos encantó. Todo se puede tocar, fotografiar y en definitiva es más una atracción que un museo en sí. Eso sí, todo muy «kitsch».
En el museo te explican cómo era el día a día en la antigua RDA, con ejemplares reales de revistas, latas de comida, ropa y todo lo que te puedas imaginar.
También mola mucho la recreación de la típica casa que había en este lado del muro, con el salón, la cocina y el cuarto de baño. No falta detalle y cómo no, es ideal para hacer un poco el chorra.
Tampoco se queda atrás el Trabant, el vehículo más común de la Alemania del Este. Puedes meterte en él y conducirlo, dándote un paseo virtual por las calles, tal y cómo eran en aquella época cómo si de un videojuego se tratase.
El «Trabbi» (cómo lo suelen llamar) era el vehículo del pueblo, siendo el modelo más accesible de los pocos que se comercializaban en el país y el que lo quisiera, ¡tenía que apuntarse a una lista con una media de 10 años de espera! También se podían comprar en el mercado negro, pero obviamente a un precio mayor. Eso sí, no te rías de su apariencia, eran coches duraderos, ligeros y muy queridos por la población de la RDA, que lo trataban con mucho mimo, conduciéndolo con cuidado y hasta incluso convertirse en unos expertos a la hora de arreglarlos.
Pero el museo no sólo muestra nostalgia de aquella época, sino también muestra la dureza con la que el régimen oprimía a su población. En una de las esquinas, hay un pequeño puesto de escucha en la que la Stasi espiaba a familias pinchando sus teléfonos en busca de críticos al régimen o sospechosos de abandonar el país.

En definitiva, es un museo turístico para echar un buen rato pero del que se puede aprender mucho de como era la vida en la RDA.
Precio: 7 €
Para mas info: www.ddr-museum.de
Berliner Dom
Justo al lado del DDR Museum, se alza imponente la Catedral de Berlín (Berliner Dom), el edificio religioso más importante y unos de los monumentos más espectaculares de la ciudad, sobre todo por su enorme cúpula de cobre color verdoso.
Fue construida a principios del 1900 por orden de la dinastía Hohenzollern, junto al Castillo de Berlín, donde residían. Llegó la guerra y cómo no, una bomba cayó sobre la gran cúpula dejando la iglesia casi destruida. Quedó alli abandonada, hasta que la RDA empezó a reconstruirla hacía el año 1975, tareas que terminaron en el año 1993, 4 años después de la caída del muro.
Nosotros no entramos en la catedral, ya que como dijimos al principio, íbamos muy justo de tiempo. No obstante, si nos recreamos con todo lo que hay alrededor de ella.
En la parte delantera, hay un agradable parque que cómo haga Sol, estará repleta de turistas y berlineses buscando un poco de vitamina D.
En la parte trasera, el río Spree bordea la catedral y al otro lado del ría, verás las esculturas en recuerdo de 4 jóvenes que solían bañarse aquí desnudos, pero que murieron ahogados al intentar salvar a una de ellas cuando quedó atrapada en la maleza del río. Para mí, la mejor panorámica de la catedral la conseguirás desde aquí.
Por último, te recomiendo que también te pases por aquí por la noche.
Tendrás una magnífica postal nocturna, posiblemente de las mejores de la ciudad.
Museumsinsel
A la derecha de la catedral, uno se adentra en la Isla de los Museos, un conjunto museístico formado por 5 museos de gran renombre, hasta tal punto de ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La lista de museos:
- Museo de Pérgamo (Pergamonmuseum).
- Museo Antiguo (Altes Museum).
- Museo Nuevo de Berlín (Neues Museum).
- Antigua Galería Nacional de Berlín (Alte Nationalgalerie)
- Museo Bode (Bode Museum)
Pero aquí viene la parte en el que nos fustigáis: no entramos a ninguno de los museos. 😦
La sencilla razón es que con tan poco tiempo, decidimos dedicarlo a ver atracciones que lleven menos tiempo. Además no somo mucho de museos. Lo que sí dimos fue una vuelta por aquí, y si algo tenemos claro, es que si volvemos algún día, saldaremos las cuentas pendientes.
No obstante, si sólo tienes tiempo de ver uno, todo el mundo dice que el de Pérgamo es el más espectacular.
Checkpoint Charlie
Terminamos la mañana con otro de los imprescindibles de Berlín, el puesto fronterizo Checkpoint Charlie.
Creado en 1961, fue uno de los tres puestos fronterizos que se instalaron tras el levantamiento del muro de Berlín. Sólo podían usarlo los empleados militares y de embajadas de los aliados, extranjeros, trabajadores de la delegación de la RFA y funcionarios de la RDA. No obstante, éste fue el que más actividad tuvo, ya que era el que daba paso a la zona controlada por los americanos.
Su nombre proviene de la tercera letra del alfabeto fonético de la OTAN, designando a cada puesto fronterizo una letra (Alpha para el paso que había en Helmstedt y Bravo para el de Dreilinden).
Si Berlín era el epicentro de la Guerra Fría, el Checkpoint Charlie era el lugar más tenso de ella. La mayor crisis ocurrió en el año 1961, cuando la RDA denegó el paso a un subjefe de la misión de E.E.U.U. cuando se dirigía con su esposa a un teatro de la parte oriental. El incidente desencadenó en lo que se conoce como la «confrontación de los tanques», en el que cada bando desplegó 10 tanques cargados frente a frente en cada uno de los lados del puesto fronterizo.
Faltó muy poco para que la III Guerra Mundial comenzase en ese instante, pero por suerte sólo quedó en eso.
Pero a parte de la tensión, lo que si era más común era ver cómo intentaban cruzar a la parte occidental, algunos engañando a los propios militares, otros escondidos bajo el capó de un coche o simplemente a la desesperada. Precisamente a la desesperada fue el intento de Peter Fechter, posiblemente la muerte más famosa que se cobró el muro. En el intento, Peter fue alcanzado en la cadera por un disparo de los guardias y en lugar de ir a socorrerlo, lo dejaron allí, desangrándose, bajo la atenta mirada de los alemanes occidentales, entre ellos periodistas. Los occidentales por miedo tampoco pudieron hacer nada por el, muriendo una hora después.
Cómo se puede ver, en casi los 30 años en los que estuvo operativo el puesto, hay miles de historias a la cual más sorprendente. Muchas de estas historias quedan recogidas en el Mauermuseum, donde se muestran las distintas y curiosas formas con las que intentaron o llegaron a cruzar la frontera y además de todo lo relacionando con la Guerra Fría y el Muro.
Hoy día, el Checkpoint Charlie es uno de los puntos más turísticos de la ciudad, aunque como dice la guía Lonely Planet, es una trampa para turistas bastante hortera.
Aunque a mí no me lo pareció tan hortera, cierto es que los que hacen de guardias son unos auténticos granujillas, locos por sacarte el dinero haciéndote una foto con ellos. Me recordaron mucho a los soldados romanos del Coliseo. Nosotros pasamos de la foto, pero lo que si queríamos era sellar el pasaporte con los sellos de paso de la época. Pero ojo, no es gratis. El «amigo»nos pidió unos 10 euros por todos los sellos, pero al final pudimos regatear un poco. Aun así, lo vimos caro por unos sellitos de nada.
Visto el puesto, era la hora de comer algo.
¿Dónde comer barato en Berlín?
En el primer post no comentamos nada de lo que comimos porque lo habíamos dejado para este punto.
Lo primero que hay que decir, es que en Berlín se come bien y barato, sobre todo si lo comparas con otras capitales europeas.
¿Cuál es el plato más típico?
Sin duda la currywurst, que no es más que una salchicha troceada y embadurnada en una salsa hecha a base de ketchup y curry. Hay muchos locales y puestos repartidos por toda la ciudad, pero el mejor es el Curry 36.
Es tan famoso, que hasta venden su propia salsa. Además, el precio te sorprenderá. Nosotros, en los dos días que estuvimos, caímos dos veces en las redes de la currywurst.
En el segundo puesto de comida típica berlinesa, tenemos que irnos a por un kebap, ya que según dicen, fue en esta ciudad donde se inventó esta maravilla de la comida rápida.
Al igual que la currywurst, lo encontrarás por todos lados, pero si buscas el mejor, estás de suerte, ya que justo al lado del Curry 36, está el Mustafa’s Gemüse Kebap, un pequeño puestecillo instalado en la acera.
No te dejes influenciar por las apariencias, es el mejor kebap que he probado en mi vida, no exagero. Y encima por sólo 3 €. Lo único malo, la cola que siempre suele haber, de media 1 hora (nosotros tuvimos suerte y apenas tardamos 20 minutos).
No obstante si sabes de algún otro puesto que lo supere, dínoslo y lo apuntamos para la próxima. 🙂
Para terminar, en Berlín descubrimos Vapiano. Bueno más que descubrir corroboramos lo que ya habíamos leído antes del viaje: que aquí se comía bien y barato. Vapiano es una cadena de restaurantes de comida italiana con locales repartidos por todo el mundo y en Berlín encontrarás unos cuantos, sobre todo en las zonas más importantes.
Por menos de 10 € podrás tomarte un plato de pasta o pizza más la bebida. Están muy bien decorados y la comida te la hacen delante tuya cuando la pides en la barra.
Esta fue nuestra experiencia con la comida. Tal vez nos dejamos platos típicos como el codillo u otros tipos de comida más pesada, pero como siempre digo, hay que dejar cosas pendientes para volver.
East Side Gallery
Si el Muro de Berlín fue puesto en pie en una noche, su caída y destruccion fue prácticamente igual de rápida.
Prácticamente no quedó nada en pie, salvo la parte que bordeaba la ribera del río Spree. La razón: se convirtió en una galería de arte, o mejor dicho, la galería de arte al aire libre más grande del mundo.
En sus 1,3 kilómetros, artistas de todo el mundo dieron rienda suelta a su imaginación y plasmaron su ansia de paz y libertad en el mundo.
Las obras más conocidas son la de Breschnew y Honecker (el líder ruso y el de la RDA) dándose un beso, y la del Trabant atravesando el muro.
Pero el resto de obras tampoco se quedan atrás, así que lo mejor es ir poco a poco viendo cada una de ellas dando un agradable paseo.
Además, en la ribera del río hay varios bares perfectos para descansar de tanta obra con una buena cerveza.
Alexanderplatz
La plaza urbana más grande de Berlín, es sin duda, unos de los rincones más importantes y concurridos de la ciudad y pasarás tarde o temprano por ella. Realmente no es una plaza, sino más bien un conjunto de ellas, con varias calles peatonales que se cruzan repletas de raíles para los tranvías.
Durante la época de las dos Alemanias, «Alex» era el centro neurálgico de la parte Oriental, y eso se nota, hasta tal punto que la arquitectura de hoy día es prácticamente la misma que la de los años 60. Por ello, la plaza no es precisamente bonita, pero tiene esa vida que a uno le engancha, como por ejemplo pasa con Times Square o Piccadilly Circus.
Cómo antes comentaba, en los años 60, el gobierno llevó a cabo un plan para revitalizar la zona, peatonalizando las calles y elevando la Torre de Televisión (Fernsehturm). Esta torre fue construida en 1969 como muestra de poder del gobierno y para demostrar a la otra Alemania (y mundo capitalista) de lo que eran capaz de hacer al otro lado del muro.
No obstante, el efecto sobre la población occidental no fue precisamente el de la admiración, si no más bien de burla. Una de las más conocidas es la «venganza del Papa», una gran cruz que se refleja por lo rayos del Sol en la esfera que hay en la punta.
Hoy día, este mastodonte de cemento con sus 368 metros de altura, sigue siendo uno de los edificios más altos de Europa y se ha convertido en una de las atracciones más importantes de la ciudad al funcionar de mirador. Incluso hay un restaurante giratorio en el que se puede disfrutar de una comida o cena con Berlín a tus pies.
Nosotros no tuvimos tiempo de subir y ojo, se suelen formar largas colas para entrar.
Precio: 13 €.
Para más info: www.tv-turm.de
Pero Alexanderplatz no sólo es la torre, sino mucho más. Justo al lado de la torre, se alza desde el año 1250 la iglesia gótica de Marienkirche y junto a ella la fuente de Neptuno.
Por otro lado, la estación de cercanías, una de las más concurridas de la ciudad, es una auténtica pasada, con ese encanto añejo que tienen las estaciones antiguas y sobre todo el luminoso de «ALEXANDERPLATZ».
Pero si hay algo que nos encantó, fue el Reloj Mundial «Urania», una estructura cilíndrica rotatoria con las 24 zonas horas del mundo y el nombre de las principales capitales del mundo. Como curiosidad, hace unos cuantos años corrigieron algunos errores que tenían las placas, en el que algunas ciudades estaban ubicadas en una zona incorrecta. Además, en lo alto hay un modelo simplificado del sistema solar, con los planetas y sus órbitas alrededor del Sol rotando una vez cada minuto.
Es el punto de quedada tanto para los berlineses como turistas; ¡hasta Jason Bourne queda aquí en la segunda película de la saga!
Lo que sí estaba claro, es que este reloj mundial tenía una gran foto por la noche.
¿Alguien dijo larga exposición?
No sabemos durante cuanto tiempo se mantendrá la plaza así, ya que cuando reunificaron las dos alemanias, se convocó un concurso público para modernizar la plaza. El proyecto ganador incluía demoler las construcciones actuales y elevar 13 rascacielos al más puro estilo neoyorkino. Pero a este paso, no se sabe cuando se hará e incluso si definitivamente se llevará a cabo. En mi humilde opinión, la dejaría tal y como está.
Gendarmenmarkt
Es considerada cómo la plaza más bella de Berlín y posiblemente llevan razón, gracias a una composición arquitectónica perfecta.
En cada lado, se alzan las iglesias gemelas, a la izquierda la Deutscher Dom (la Catedral alemana) y a la derecha la Französischer Dom (la Iglesia Francesa).
Y en el centro, el Konzerthaus (la sala de conciertos).
La foto panorámica era obligada.
El origen del nombre de la plaza proviene del regimiento de coraceros «gens d’arms», que se instalaron aquí con sus guardias y establos.
Además de la belleza de la plaza, en los alrededores hay numerosos restaurantes y hoteles de lujo.
Nikolaiviertel
Adentrarse en el barrio de Nikolai es hacerlo en el Berlín más medieval y eso es mucho decir.
Aquí fue donde nació la ciudad, allá por el año 1200, en torno a la Iglesia de San Nicolás, las más antigua de Berlín y que hoy día se sigue alzando con sus dos agujas por encima de los edificios.

Son sólo varias manzanas que se extienden desde el río Spree hasta la parte trasera del Ayuntamiento Rojo, pero aunque sea pequeño, te hará viajar en el tiempo.
Obviamente, al igual que el resto de la ciudad, el barrio quedó destruido por las bombas de la guerra, siendo durante muchos años una zona abandonada llena de escombros.
No fue hasta los años 80, cuando reconstruyeron el barrio de la forma más fiel posible, utilizando como guía los modelos históricos, fotografías y todo lo que permitiera volver a levantar un pequeño a parte de la antigua Berlín.
El resultado: una preciosa zona peatonal repleta de cafés, restaurantes, tiendas artesanales, de antigüedades y cómo no, bellos edificios.
Y lo que más me gusta: un rincón muy fotogénico.
Potsdamer Platz
Terminamos el día en otro de esos rincones obligados: Postdamer Platz.
Antes de la guerra, esta plaza era el corazón de la ciudad, bulliciosa, moderna, vamos un Times Square de Berlín.
Tan importante era, que el primer semáforo de Europa se instaló en este cruce de calles. El semáforo no era mas que una casetilla en el que el operario activaba de forma manual las señales luminosas.
Hoy día, ese semáforo sigue en pie (reconstruido), pero prácticamente no queda nada de aquella época, siendo una de las zonas más castigadas por los bombardeos. Solo se mantuvo en pie la Haus Huth, un edificio de acero de seis plantas. El resto escombros y para más inri, durante la época del Muro, la plaza quedó dividida en dos, quedando abandonada y olvidada. Hoy día, se puede ver como la línea de adoquines que simboliza el muro, cruza toda la zona, así como varios trozos del mismo.
No fue hasta la reunificación alemana, cuando recuperaron la zona, dando cita a los mejores arquitectos del mundo con único fin: devolver el esplendor pasado a la zona.

En pocos años, los edificios más modernos se fueron levantando hasta lo que es hoy día, una de las zonas más punteras.
En uno de esos rascacielos, el edificio Kollhoff, se ubica en la azotea el Panoramapunkt, uno de los mejores miradores de Berlín.
Para llegar arriba, el ascensor más rápido de Europa, que en sólo 20 segundos alcanza los 100 metros de altura.
¡Cómo se taponaban los oídos!
Allí arriba, tendrás unas vistas 360º de toda Berlín.
¡A fotografiar!
Precio: 6,50 €
Para más info: www.panoramapunkt.de
Una vez abajo, era la hora de disfrutar de la plaza por la noche iluminada.
Si hay una parte que gana de noche, sin duda es el Sony Center. No sabría como describirlo, ya que todo es un poco amorfo pero a la vez espectacular. Son varios edificios unidos por una gran cúpula de lonas que por la noche va cambiando de color. En su interior, hay restaurantes, cines e incluso una pantalla gigante para ver el fútbol.
Nos encantó.
Era la hora de acabar con la visita a Berlín, una ciudad que para nuestra opinión no es que sea precisamente bonita pero que tiene algo que engancha.
Lo que sí estamos seguro, es que cuando volvamos, nos encontraremos con un Berlín totalmente diferente, culpa de una ciudad que se reinventa cada día.
El Interrail comenzaba ya de verdad, cogiendo al día siguiente el primer tren rumbo a Praga, pero esto ya forma parte del siguiente post.
¡Hasta la próxima Berlín!