Berlín: día 1

El 6 de Junio de 2016, era el día que teníamos marcado en el calendario durante muuuuucho tiempo. Era el punto de partida de una de las mejores experiencias que hemos vivido.

Nos dirigíamos a Berlín, nuestra primera etapa del Interrail de dos semanas que nos llevaría a recorrer gran parte de Europa Central, visitando Praga, Cracovia, Viena, Salzburgo, Füssen, Munich y Roma.

Un momento, ¿no sabes lo que es Interrail?

No te preocupes, pronto le dedicaremos un post, contando en que consiste, como prepararlo y todo lo que necesitas para disfrutar de esta gran experiencia. Más info en: www.interrail.eu

Berlín era una ciudad a la que le tenía muchas ganas y una de las pocas capitales europeas que me quedaban por descubrir, así que no dudamos ni un segundo en incluirla en nuestro itinerario

¿Qué podemos decir o esperar de Berlín?

Berlín no es una ciudad bonita, no nos vamos a engañar, ni tampoco monumental, aunque no es más que una consecuencia de su tumultuosa historia. Una ciudad que parece que está hecha a trozos, con grandes descampados cerca de lugares de interés, modernísimos edificios junto a sobrias estructuras de hormigón de la parte comunista; y obras, muchas obras.

Pero algo más tiene que tener, ¿no?

Pues sí, por algo millones de turistas la visitan cada año. Si te gusta la historia, Berlín es tu ciudad, pero también presume de ser una de las capitales con más energía de Europa, tanto en el sentido cultural como humano. Las mejores fiestas las podrás encontrar aquí, así como las mejores galerías de arte o los movimientos artísticos más independientes. Tampoco te faltarán centros comerciales y sobre todo, la multiculturalidad de una ciudad que se reinventa cada día. Con todo aquel que he podido hablar y que haya estado en Berlín más de una vez, siempre me dicen que la ciudad ha cambiado. Y seguirá cambiando.

Y si todavía no te convence, Berlín también presume de ser barata, sobre todo si la comparamos con otras grandes capitales europeas como París, Londres o Ámsterdam.

Nosotros que solo estuvimos 2 días, apenas pudimos rascar la parte más superficial de una ciudad de la que se necesita mucho tiempo para conocerla en profundidad.

Historia

Resumir en varios párrafos la historia de Berlín es prácticamente imposible, ya que probablemente pocas ciudades hayan marcado tanto el devenir del mundo moderno.

Una ciudad que hasta el Siglo XX prácticamente no tuvo relevancia, pero que se lo guardó todo para el siglo pasado. El final de la I Guerra Mundial, con la derrota del imperio alemán, terminó con la monarquía y trajo una época de inestabilidad, corrupción y una gran inflación que cada vez lastraba más la vida de los alemanes. Todo esto desembocó en la llegada al poder del Nazismo y con Adolf Hitler como canciller. El III Reich estaba en marcha iniciando una de las peores épocas que se recuerdan: la II Guerra Mundial y el Holocausto Judío. Y Berlín era el centro desde donde partía toda esa maldad hacia el mundo.

La guerra se cebó con toda Europa, pero fue Berlín la que se llevó los peores daños, primero por los bombardeos y después por la invasión de más de 1,5 millones de soviéticos que tomaron la ciudad. Quedó totalmente arrasada.

La guerra terminó y Europa se empezó a recuperar, pero para Alemania y Berlín había otro plan. Dividieron Alemania en 4 partes: EEUU, Gran Bretaña, Francia y la URSS. Berlín, que quedó dentro del lado soviético, también fue partida en 4 sectores.

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Fuente: http://www.laprovincia.es

Los tres primeros se unieron para formar la República Federal de Alemania (RFA) y los soviéticos crearon la República Democrática Alemana (RDA). Una «gran idea» en medio de una Guerra Fría entre EEUU y la URSS. Berlín pasó a convertirse en un «Tablero del Risk», pero en el mundo real, con una población que sufrió sus peores consecuencias. El lado capitalista (cada vez más prospero) atraía cada vez más a la población del otro lado, hasta que los comunistas en la noche del 13 de Agosto de 1.961, y sin previo aviso, levantaron el Muro de Berlín, partiendo barrios, calles, y lo peor, familias enteras. El muro duró 28 años y muchos murieron al intentar cruzarlo.

Fue el 9 Noviembre de 1.989, aprovechando la caída de la Unión Soviética, cuando la gente se hecho a la calle para destruir el muro.

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Sin duda, una de las imágenes más importantes del siglo XX.

Alemania se volvió a unificar y cómo un «Ave Fenix», Berlín volvió a resurgir de sus cenizas.

En el siguiente enlace os dejo un artículo del Huffingtonpost en el que se ve Berlín con el muro y como es ahora después de su caida: www.huffingtonpost.es

Sobran las palabras.

Si os interesa la historia, podéis contratar la visita guiada «Berlín durante la Guerra Fría», en el que os llevarán y explicarán en español todo lo que debes saber mientras el muro estuvo en pie y la ciudad dividida.

Aeropuerto

Actualmente hay dos aeropuertos en Berlín: TegelSchönefeld (al que llegamos nosotros).

Digo actualmente porque ya debería estar en funcionamiento el aeropuerto Berlín-Brandeburgo Willy Brandt, que sustituirá a los dos anteriores. La construcción está siendo todo un calvario, con más de 4 años de retrasos, sobrecostes y sospechas de corrupción. ¿Os suena algo esto?… Para que se vea que no todo en Alemania es correcto y modélico.

Para ir del aeropuerto al centro, las mejores opciones (taxi y servicio de traslado siempre hay, así que vamos a lo barato):

  • Tegel:
    • JetExpressBus TXL, por 2,3 € trayecto y 40 min de recorrido.
  • Schönefeld:
    • Airport Express: billete sencillo zona A,B,C por 3,3 € trayecto y 30 min de recorrido.
    • S-Bhan (tren cercanías): mismo billete que la opción anterior,  pero algo más lento.
¡No olvides picar tu boleto antes de subirte al tren!

Alojamiento

Nos alojamos en The Cat’s Pajamas Hostel ubicado entre KreuzbergNeukölln, al sur de la ciudad. Buscábamos un hostel barato y pequeño, pero en el centro las mejores opciones eran hostels muy grandes y nos preocupaba un poco el ruido.

El hostel es nuevo, estaba bastante limpio, ordenado y la decoración era muy «hipster». Hay una boca de metro a un minuto andando del hostel, por lo que puedes llegar al centro muy rápido. El desayuno, no incluido en el precio, vale la pena, sobre todo el pan de pipas y cereales. 

Lo único malo que encontramos fue que la primera noche nos pusieron en habitaciones separadas, la primera vez que nos pasa, pero a la mañana siguiente pedimos el cambio de habitación y no hubo ningún problema.

Tarjeta Welcome Card

Berlín nos recibió con esta tarjeta turística y la verdad que nos resultó bastante útil.

Lo primero es que se trata de un abono de transporte público ilimitado durante el período de vigencia de la tarjeta. Puedes elegir entre 48 h, 72 h o 5 días.

Además incluye descuentos en las principales atracciones de la ciudad y en algunos restaurantes, aunque eso sí, no son muy elevados (entre 25% y el 50 %).

¿Rentable?

Como siempre, estas tarjetas suelen ser rentables cuando se visitan muchas atracciones, compensando el ahorro de estas entradas con lo que te ha costado la tarjeta.

Si no te vas a mover mucho, sácate un bono diario de metro, y si entras en algún sitio, paga su precio real.

Si la queréis contratar, lo podéis hacer directamente aquí.

Berlín en Bicicleta

Nuestra primera toma de contacto con la ciudad la hicimos en bicicleta, una de las mejores opciones para moverte por Berlín. Teníamos ya reservado con Fat Tire Tours el alquiler de dos bicicletas por un día. Esta empresa, además del alquiler, también organizan tours de varias temáticas.

El precio de alquiler es 14 € por bici/día y disponen de dos locales en la ciudad, uno en Alexanderplatz (justo debajo de la Torre de Televisión) y otro junto al Zoo.

Para más información: www.fattiretours.com

Berlín es una ciudad muy llana, así que sin apenas esfuerzo, conseguirás llegar a cualquier punto de la ciudad. Eso sí, no esperes los carriles bici de Ámsterdam, ya que son un poco caóticos y cuando menos te lo esperas te ves compartiendo carriles con el intenso tráfico berlinés.

Recogimos nuestra bicis a los pies de la Torre de Televisión y desde allí nos dirigimos hacia el Oeste, pasando por la Berliner Dom, la Puerta de Brandeburgo, el gigantesco Parque Tiergarten y terminando en la Iglesia Memorial Kaiser Wilhelm.

Fue un paseo muy agradable y perfecto para una primera idea de la ciudad.

Tiergarten

Es el principal parque y un auténtico pulmón verde en medio del cemento berlinés. Aunque no es el único parque de estas dimensiones (incluso hay otro más grande, el Grünewald), es el más conocido gracias a su ubicación, justo al otro lado de la Puerta de Brandeburgo.

La avenida Straße des 17. Juni, continuación de la conocida calle Unter den Linden, parte en dos al parque, y en medio de la avenida, se sitúa la Columna de la Victoria. Esta columna de 69 metros de altura tiene un mirador que te proporcionará una vista perfecta de 360º, gracias a que no hay ningún edificio alto en los alrededores.

Una vez que te adentras en el parque, es como si estuvieses en un bosque y donde apenas podrás ver algún edificio. Hay varios lagos inter-conectados por ríos artificiales, extensas praderas y un rincón nudista que me llamó mucho la atención. Ojo, esta zona nudista no está en el interior del parque en un lugar semioculto, sino justo en el borde de una de las avenidas que dan a la rotonda de la Columna Victoria. ¡Privacidad al máximo!

La mejor forma de recorrerlo es en bicicleta, que es como lo hicimos nosotros. Con el buen día que tuvimos, fue una gozada recorrerlo de punta a punta, ¡incluso se agradecía la sombra del calor que hacía!. Si no dispones de bicicleta, me ahorraría el recorrerlo entero, ya que prácticamente es igual en todos los puntos, y perderás mucho tiempo. Además no hay muchos locales para picar algo dentro del parque (por lo menos que nosotros viésemos).

Iglesia Memorial Kaiser Wilhelm

Justo al final del Tiergarten, bordeando al Zoo de Berlín, tenemos unos de los monumentos más curiosos de la ciudad con el único propósito de no dejar en el olvido el terror y la destrucción de la guerra: la Iglesia Memorial Kaiser Wilhelm.

Esta iglesia que se edificó en 1.895 en honor la primer Kaiser, quedó prácticamente destruida por los bombardeos de la II Guerra Mundial. Una vez pasada la guerra, cuando se iba a derruir por completo, la gente protestó, pidiendo su conservación tal y como había quedado. Y así fue, y no sólo eso, también dejaron rienda suelta a imaginación para la construcción, justo al lado, de la nueva iglesia.

Sin duda, un rincón para reflexionar sobre la dureza y estupidez de todas las guerras.

Aunque nosotros poco reflexionamos, más bien nos estábamos maldiciendo, ya que la pantalla de la cámara de fotos de Lorena decidió romperse en el primer día del viaje… Suerte que no era la única, ya que yo siempre voy con mi cámara, pero fue un gran contratiempo.

Con el mosqueo en el cuerpo, volvimos al centro de la ciudad.

Monumento a los judíos asesinados en Europa

Situado justo al lado de la Puerta de Brandeburgo, es un monumento que no deja indiferente a nadie.

2.711 bloques de hormigón repartidos en 19.000 metros cuadrados de una superficie suavemente ondulada e inclinada que conforme te vas adentrando, te transmite una mayor sensación de agobio.

¿Nos gustó?

Pues la verdad es que sí, ya que al contrario a otros monumentos, este te transmite algo. Además es muy original, y lo más importante, la causa del mismo, que no es más que pedir perdón por una de las mayores atrocidades cometidas por la humanidad. Y si te faltan razones, ¡es gratis!

Si además quieres informarte, en uno de los extremos hay un punto de información subterráneo con exposiciones sobre las víctimas y lugares donde se llevaron a cabo las masacres.

Reichstag

Sin duda, el Reichstag es uno de los edificios más emblemáticos de Berlín y sinónimo de la nueva Europa.

Es el fiel reflejo de lo que ha sufrido esta ciudad, habiendo sido incendiado, bombardeado, reconstruido, y  de nuevo apuntalado y olvidado durante la separación alemana.

Cuando en 1.993 decidieron reconstruirla, el famoso arquitecto Norman Foster se hizo con el proyecto, presentando un diseño que miraba al futuro, intentando olvidar todo el mal pasado y de forma metafórica (al utilizar mucho cristal), demostrar la transparencia del Parlamento Alemán. Hablamos sobre todo, de la famosa cúpula que corona al edificio.

En el interior de la cúpula, hay una rampa en espiral que te llevará hasta el punto más alto,  y en medio una columna un tanto extraña cubierta de espejos.

Lo mejor, es que la visita es gratis, pero eso sí, tendrás que reservar con antelación, registrándote e indicando a que hora quieres la visita.

Para reservar: www.bundestag.de

Nosotros reservamos para el atardecer, seguramente la mejor hora para disfrutar de los reflejos y el ambiente rojizo.

Fuera de la cúpula, en la azotea, podrás disfrutar también de unas buenas vistas de toda la ciudad, aunque también es verdad que no son las mejores.

En primera línea el gigantesco Tiergaten y al fondo la modernísima Potsdamer Platz
La Puerta de Brandeburgo desde arriba

Sin duda, visita obligada.

Puerta de Brandeburgo

Visto ya el Reichstag, lo mejor lo dejamos para el final: la Puerta de Brandeburgo. Es el monumento que todo el mundo conoce y asocia con Alemania, tal y como la Torre Eiffel para Francia o el Big Ben para Inglaterra.

Aunque ya por la tarde pasamos con la bicicleta, era obligado verlo iluminado. No tiene nada que ver de noche que por el día.

Pero la Puerta de Brandeburgo no es tan famosa por el monumento en sí, ya que si te fijas, no es nada del otro mundo, sino por lo que significa. Es el símbolo de la reunificación alemana y desde la caída del muro, el lugar en el que se celebran los actos más importantes, desde festivales, conciertos y sobre todo la fiesta de Año Nuevo.

De estilo neoclásico, está coronado por una cuadriga de cobre que ha tenido un recorrido muy largo. Fue robada y llevada a París por Napoleón, luego recuperada, destruida durante la guerra, sustituida por una réplica y oxidada durante la separación. Hoy día luce de maravilla.

Siempre habrá cientos y cientos de turistas abarrotando la Pariser Platz, la plaza que da a la puerta y desde donde se obtiene la foto más típica y obligada del viaje.

Pariser Platz: al fondo el inicio de la avenida Unter den Linden y a la derecha el Hotel Adlon, donde Michael Jackson protagonizó la dantesca escena asomando su bebé por fuera del balcón.

No muy lejos queda el período de la separación, en el que la puerta quedo en tierra de nadie durante los 28 años del muro. Tenía que ser muy triste ver como el símbolo glorioso de una nación permanecía abandonado e inerte durante tantos años.

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Fuente: Huffingtonpost

Fue aquí cuando John F. Kennedy dio uno de sus discursos más famosos en plena Guerra Fría en contra de los comunistas: «Ich bin ein Berliner» (yo soy berlinés).

Historia viva.

El día llegó a su fin, estábamos muertos. ¡Tocaba recuperar fuerzas para el día siguiente!

2 comentarios en “Berlín: día 1

  1. Dicen que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y no le falta razón al poeta después de leer vuestra entrada. Un texto muy acertado y unas estupendas imágenes para este Berlín tan monumental. Nosotros también estuvimos paseando por sus anchas avenidas y contemplado la extensa historia que desprenden sus monumentos y edificios. Felicidades por el artículo.
    Un saludo.

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    1. ¡¡Muy buenas!! ¡¡Muchísimas gracias por estas palabras!! Berlín es increíble, pero hay que darle unas horas para asimilarla. Mucha historia de tras de cada edificio y rincón. Lo dicho muchísimas gracias y me alegra que le guste!
      Un saludo.

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