De Milán sabemos que es una ciudad con una ubicación privilegiada, con poca distancia entre ciudades como Venecia o Florencia; o países como Suiza, Francia o Austria. Y si a ello le sumamos que es la capital económica e industrial de Italia, tenemos también una ciudad muy bien conectada por tierra y aire. Por ello, Milán cuenta con hasta tres aeropuertos a los que vuelan todas las compañías de bajo coste, siendo relativamente barato llegar hasta ella.

Así pues, gracias a esos precios bajos en los vuelos, a la hora de preparar un viaje por esta zona de Europa, Milán seguramente será un buen punto de partida incluso cuando ésta no esté entre tus planes.
Justo esto nos pasó a nosotros en nuestro camino a Eslovenia, llegando por la mañana a la ciudad. Hasta la noche no cogíamos el bus que nos llevaría a Liubliana, así que pasaríamos prácticamente todo el día en la ciudad.
Lejos de quedarnos a esperar en la estación de buses, aprovechamos al máximo el tiempo recorriendo la ciudad y sus rincones más imprescindibles.

Bien, ya hemos llegado a Milán y tenemos un día para recorrerla.
¿Qué podemos hacer en tan poco tiempo?
Pues bastantes cosas y una opción muy sencilla sería recorrerla a través de esta visita guiada en español de 2 horas.
Bajo nuestra experiencia, os contamos que 10 cosas podéis hacer en Milán en un día:
1. Dejar el equipaje en alguna consigna
Obviamente, lo primero que debemos hacer es librarnos del pesado equipaje en alguna de las consignas que hay repartidas por la ciudad. La más usada es la de la estación principal, pero es algo más cara y encima no es 24 horas.
Nosotros, que íbamos un poco despistados y con ganas de soltar el equipaje lo antes posible, utilizamos esta consigna ya que normalmente en otras estaciones de Europa, esta suele ser la mejor opción. Pero no, picamos de novatos y nos dimos cuenta después que en los alrededores de la estación hay muchas más consignas un poco más baratas y con servicio 24 horas como por ejemplo BAGBNB.
Para que podáis comparar con otras compañías os dejamos los precios por pieza de la consigna de la estación:
- 6 € las 5 primeras horas
- 1 € por hora desde la 6ª a 12ª hora
- 0,5 € por hora desde la 13ª hora en adelante
Horario: 6:00 a 23:00
Más info, aquí.
2. Pasear por sus calles
Una vez vayamos libres de equipaje, es hora de pasear por las calles de Milán,

contemplando sus edificios monumentales llenos de detalles,

sus plazas;

y por supuesto, la vida que hay en ella.



No hay que olvidar que esto es Italia y aquí a la gente le encanta ser vista.
Nosotros siempre decimos que si hay poco tiempo para dedicarle a una ciudad, lo mejor es pasar el máximo de tiempo posible callejeando por sus calles.
Sin duda, lo más imprescindible de una ciudad.
3. Subirse en algunos de sus clásicos tranvías naranjas
Unos de los iconos de Milán son sus tranvías naranjas, tranvías que con su raíles, cables y vagones de madera, le dan a la ciudad ese toque antiguo que tanto nos gusta.

No hay nada más fotogénico que este tipo de tranvías cruzando las calles de aquí para allá.

Los hay de varios tipos, pero lo mejor es subirse en algunos de los históricos y poner el modo “viaje en el tiempo”. Eso sí, antes de subirte no te olvides de comprar el ticket en cualquier estanco (tabacchi).
No me seas listillo 🙂
4. Coger fuerzas tomando un Panzerotti
Que en Italia se come bien es algo que todo el mundo sabe y Milán no iba a ser menos. Pero al tener poco tiempo para visitar la ciudad, que mejor que comer algo rápido en la calle, ¿no?.
Pues en Milán, comida callejera es sinónimo de los panzerotti de Luini, un pequeño local ubicado muy cerca de la catedral (Via Santa Radegonda 16) que lleva décadas deleitando con sus bollitos fritos, tanto a locales como a turistas.

Aunque hay una gran variedad para elegir (pesto, jamón, berenjenas, …), el clásico es el relleno de mozzarella y tomate.

Nosotros que pedimos unos cuantos, tenemos que decir que nos encantó el de espinacas y queso ricotta.
Solo con pensarlo, se nos hace la boca agua. 🙂
Por poco más de 2,5 € que vale cada panzerotti, podemos decir que comerás bien y barato.
Lo dicho, no te puedes marchar de Milán sin probar uno de estos.
5. Relajarse en el Parque Sempione
Después de atiborrarnos de panzerotti, que mejor que dar un pequeño paseo por el parque más famoso de la ciudad.

Y el que dice paseo, dice echarse un ratillo al césped, ¿no?. 🙂


El Parque Sempione, construido a finales del siglo XIX, posee 47 hectáreas llenas de vegetación, árboles y un precioso lago artificial, siendo como no podía ser de otra forma, el pulmón verde del centro de la ciudad.

En su interior podrás encontrar además el Arco della Pace, el Arena Civica, La Trienal y el Acquario Civico; instalaciones que darían para dedicarle mucho más tiempo del que disponemos.

6. Visitar el Castello Sforzesco
De vuelta al centro, pasaremos por el Castello Sforzesco, sin duda uno de los imprescindibles de Milán.
Mucha historia hay dentro de sus murallas. Se construyó como fortaleza en 1368; siglos más tarde, pasó a ser un palacio ducal; fue destruido por la República Ambrosiana; y reconstruida por la familia Sforza, de ahí el nombre actual.
En la actualidad, se ha convertido en una especie de «museos reunidos», albergando hasta una decena de museos y exposiciones diferentes como el Museo Egipcio, la Pinacoteca, el Museo Arte Antiguo entre otros.

Por solo 5 € podrás entrar en todos ellos y si no tienes tiempo o simplemente no te interesan, siempre puedes entrar gratuitamente al interior del castillo para ver su patio central y las murallas.
¡Merece la pena!
7. Tomar el aperitivo
Llegada la media tarde, es imposible (sobre todo en Verano) no acordarse del clásico aperitivo italiano y con él, disfrutar de un buen spritz, una de las bebidas más famosas de Italia.

Raro será no ver en las terrazas a los grupo de amigos disfrutando de este refrescante cóctel hecho a base de vino seco, bebida con gas y el aperol (o campari) que le da el tan característico color anaranjado.
Ya sabes, si quieres posturear en Italia, necesitarás un spritz en la mano. 🙂
8. Pasear por el barrio de la moda
Y ya que estamos de postureo y lifestyle no hay que olvidar que Milán es una de las capitales mundiales de la moda y por consiguiente, tiene algunas de las tiendas más lujosas del planeta.

Para encontrarlas, tendrás que ir al «cuadrilátero de la moda«, el barrio donde se ubican las tiendas de estas marcas y firmas tan exclusivas.
Una zona muy pija donde se mira pero no se toca.

A pesar de no poder comprar nada (por lo menos nosotros), una visita a Milán no sería redonda sin contemplar este mundo.
9. Alucinar con Galleria Vittorio Emanuele II
Llegamos a la impresionante Galleria Vittorio Emanuele II, conocida como “El Salón de Milán”, un espacio comercial con arquitectura del siglo XIX y que posiblemente sea el punto más bonito de la ciudad, por lo menos bajo nuestro punto de vista.

Lo que más impresiona es su gigantesca cúpula de cristal e hierro forjado,
aunque al resto de la galería tampoco le falta detalle, como son los increíbles mosaicos de su brillante suelo;

y cómo no, sus antiquísimas tiendas y restaurantes.

No os podéis marchar sin hacer la turistada de turno «pisándole los huevos» al toro que hay en el octágono central de la galería.

Se trata de un mosaico que muestra el escudo familiar de los Savoia con el “famoso” toro que según la tradición, todo aquel que dé un giro completo (con el pie derecho y con los ojos cerrados), tendrá buena suerte.

Ahí, dejando claro que somos de fuera… 🙂
10. Terminar la visita a lo pies de la catedral
Y como no podía ser de otra forma, dejamos lo mejor para el final o lo que es lo mismo, la imponente Duomo di Milano.

Hablamos de una de las catedrales góticas más grandes del mundo, gracias a sus 157 metros de longitud, sus casi 12.000 metros cuadrados de superficie y una capacidad para 40.000 personas. Al templo no le falta de detalle, con un exterior revestido de mármol blanco rosado y con la parte superior coronada con cientos de pináculos y torres coronadas por esculturas.

Una barbaridad.
Es por ello, que lo que más nos gustó fue la inmensa Piazza del Duomo presidida por la catedral. Esta plaza es el punto de reunión de turistas y locales haciendo que sea el lugar con más vida de toda la ciudad y al que por supuesto debes dedicarle un mínimo de tiempo para contemplar el show.

Y como no, en ese show no pueden faltar los cientos y cientos de palomas que se han adueñado de la plaza, robándole buena parte del protagonismo a la propia catedral.

Si os da tiempo, os animamos a que entréis al interior de la catedral (2€) o bien, subir a la terraza desde la que se puede contemplar una espectacular una panorámica de la ciudad y la posibilidad de ver de cerca los majestuosos pináculos y esculturas del tejado. Hay dos opciones para subir:
- por las escaleras (8 € y 250 peldaños)
- por ascensor (13 €)
También tenéis la opción de contratar el siguiente ticket combinado que da acceso a la terraza y al resto de áreas de la catedral o bien este otro sin colas.
Con la Catedral de Milán damos por concluida esta breve visita, que como dijimos al principio, pudimos hacer nosotros en una día. Una visita que solo da para poder recorrer los puntos más conocidos e imprescindibles de la ciudad, dejando para otra ocasión rincones tan increíbles como el Cementerio Monumental, contemplar «La Última Cena» en Santa Maria delle Grazie o disfrutar de una perfecta velada en alguna de las terrazas que bordean los canales del barrio de Navigli.
Lo que si esta claro, es que no podéis desaprovechar las escalas en Milán.
¡El tiempo es oro!

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