La Alpujarra Granadina, abrigada por las altas cumbres de Sierra Nevada, es uno de los destinos más pintorescos de Andalucía.

Una comarca montañosa salpicada por preciosas aldeas blancas y casas escalonadas, en las que aún pervive su origen bereber.

Un lugar imponente por su naturaleza en el que sus habitantes tuvieron que adaptarse a las condiciones impuestas por la geografía, creando un paisaje humano único con pueblos aferrados a las laderas de las montañas; acequias que van y vienen aprovechando hasta la última gota de agua que llega desde las cumbres nevadas; y grandes escaleras de terrazas de cultivo que convierten las laderas en verdaderos vergeles.


No es de extrañar que algunas de estas poblaciones siempre copen los puestos más altos en las listas de pueblos más bonitos de España.
Pueblos tranquilos y silenciosos, con otro ritmo de vida y en los que desconectarás de todo para conectar contigo mismo. Viajeros románticos, hippies, músicos y artistas buscaron y siguen buscando la inspiración y refugio tras sus retorcidas callejuelas.
Os proponemos una ruta en coche que nos llevará, a través de sus sinuosas y vertiginosas carreteras, a algunos de sus principales pueblos en un itinerario que perfectamente se podría hacer en 2 días.
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Historia
Para poder entender la idiosincrasia de La Alpujarra es necesario conocer su historia.
Aunque estas tierras estuvieron habitadas por romanos y visigodos, fueron los musulmanes quienes les dieron a los pueblos de la Alpujarra su actual aspecto. Curiosamente, fue de las últimas zonas en ser conquistadas por ellos y la última de la península en la que pudieron vivir.
Hay que remontarse al año 1492, cuando el Reino de Granada claudicó ante los Reyes Católicos. Los moriscos granadinos tuvieron que recluirse al otro lado de las faldas de Sierra Nevada, lejos de su tan querida Alhambra. Boabdil, el último rey de Granada, no tuvo otra opción que instalarse en esta inhóspita y escarpada tierra pero pronto sus súbditos acomodaron las viviendas en estas imposibles pendientes, sembraron los campos de exóticos árboles frutales y canalizaron las lomas y cerros con canales y acequias.
Allí permanecieron durante casi 80 años con su lengua, costumbres y religión hasta que el rey Felipe II envió a Don Juan de Austria para expulsarles.
Tras la expulsión, únicamente dos familias por pueblo pudieron permanecer en la región con el único cometido de enseñar a los nuevos habitantes, venidos de Galicia y Castilla, la forma de trabajar y cultivar aquellas tierras.
Como podéis ver, se trata de una historia digna de cualquier epopeya de la Edad Media y no es de extrañar que siglos después, estas tierras cautivaran a los viajeros románticos del XIX. Decenas de poetas y escritores, como Pedro Antonio de Alarcón, hallaron en estos pequeños pueblos blancos la inspiración necesaria para edificar sus obras.
Ahora sí, nos ponemos en ruta para visitar los pueblos más bonitos de la Alpujarra de Granada.
Soportújar
Nuestra primera parada será en el pueblo de las brujas.

Sí, has leído bien, brujas.
Soportújar, que significa «lugar de soportales», se ha hecho famoso por sus leyendas de brujería y magias oscuras.

Y me dirás, ¿qué pinta un pueblo lleno de brujas en plena ladera sur de Sierra Nevada?
Pues simplemente, por los repobladores de origen gallego que se instalaron aquí tras la expulsión de los musulmanes y claro, ya sabemos la tradición que se traen los gallegos con la brujería.

Estos repobladores trajeron sus costumbres y leyendas paganas sobre meigas, aquelarres y rituales en noches oscuras.

Así, durante varios siglos, los pueblos vecinos fueron poco a poco engrandeciendo la leyenda a través de rumores, supersticiones y un mayor recelo hacía ellos. Claro, hay que ponerse en el contexto de la época, en la que la Inquisición estaba a la órden del día y cualquier herejía se penaba con la muerte.
Hoy día, los vecinos del pueblo han transformado las leyendas en reclamo turístico, todo un parque temático alrededor de la brujería con cuevas, casas, fuentes y por supuesto, figuras de brujas.

Nada más llegar al pueblo, os dará la bienvenida una enorme cabeza de la Baba Yaga. Eso sí, un poco antes, está la Cueva del Ojo de la Bruja, muy temida por los niños, ya que para evitar que salieran de pueblo se les decían que allí merodeaban mantequeros, nigrománticas y una poderosa hechicera que controlaba todo con su gran ojo.

Ya dentro del pueblo, será difícil pasear por él sin encontrarnos con algo relacionado con la brujería.

La Fuente de la Fertilidad es una de ellas y ojo por donde sale el agua…

Sus dos puntos estrellas son los miradores, el del Embrujo, con la fuente más conocida del pueblo con las dos brujas y su caldero; y el del Aquelarre, donde se dice que llevaban a cabo los aquelarres y rituales iniciáticos.

Con independencia de que te guste o no la temática de la brujería, Soportújar es un pueblo muy bonito, con retorcidas callejuelas y en definitiva, con la típica estética de los pueblos alpujarreños.


Como curiosidad, aquí podrás visitar la calle más estrecha de España: Calle La Zanjilla. Aunque la verdad, hay otros ciudades que también reclaman este título.

Para terminar, desde aquí sale un sendero que conduce hasta el O Sel Ling, un centro de meditación budista perdido de la mano de Dios. Se tardan unas 3 horas para llegar a pie, aunque también se puede subir en coche, pero ojo, la carretera se las trae. Una vez arriba, te sentirás como si hubieses viajado a Nepal o Tíbet.

Pampaneira
Junto con Bubión y Capileira, conforman un triángulo que ha sido declarado como el Conjunto Histórico Artístico del Barranco de Poqueira.

Los tres están perfectamente alineados, separados por apenas unos cuantos kilómetros y cómo no, colgados de la ladera de la montaña.

Esta será la postal que te encontrarás desde la sinuosa y vertiginosa carretera que da acceso al Barranco de Poqueira.

Impresiona bastante.
De los tres, Pampaneira será el primero al que llegues y en él, además de sus calles encaladas, podrás contemplar la tradicional arquitectura alpujarreña: los terraos y tinaos.

Los terraos no son más que las cubiertas planas de las casas con sus chimeneas en forma de obús de cuatro ojos y su característico sombrerete plano.
Sin duda alguna, el símbolo de esta comarca.

Por otro lado, están sus recónditos tinaos, unos pasadizos sostenidos por vigas que le dan un toque mágico a estos pueblos.
En La Alpujarra, la verdadera esencia es perderse sin rumbo alguno, recorriendo sus laberínticas callejuelas y por qué no, viajar en el tiempo, a aquellos años en los que los musulmanes habitaban estas tierras.

Y es que en Pampaneira, y general en los pueblos de La Alpujarra, parece que el tiempo se detuvo hace siglos.


A pesar de lo pequeño que es el pueblo (poco más de 300 habitantes), encontrarás algunos atractivos que no te debes perder.

La Plaza de la Libertad es el corazón de Pampaneira y donde se ubica la Iglesia de la Santa Cruz, edificada en el siglo XVI sobre los restos de una antigua mezquita.

Desde allí parte la calle más pintoresca del pueblo: Calle Verónica.
Por el medio de ella hay una acequia que transporta el agua de riesgo hasta la alcantarilla que se encuentra al final de la calle.
En la Plaza de la Libertad también se encuentra la Fuente de San Antonio, conocida como “la chumpaneira”, que según la leyenda local tiene poderes mágicos.

Tal y como dice la fuente:
“No digas de esta agua no beberé pues esta fuente que aquí ves es fuente de la virtud y tiene tal magnitud que a beber su agua invita, lo confirma un devoto que feligrés fue de esta iglesia y soltero que la bebe con intención de casarse ¡no falla! pues al instante novia tiene ¡ya lo ves!”
Lo que es lo mismo, el que beba encuentra pareja.
Tenemos que decir que nosotros bebimos y un mes después Lorena estaba embarazada. ¡Quién sabe, a lo mejor esta fuente tiene oculto algún que otro poder mágico…!
Otra de las calles bonitas de Pampaneira es el Paseo García Lorca, desde donde se obtienen unas maravillosas vistas a los pueblos colindantes de Bubión, Capileira e incluso la cara trasera del Pico del Veleta.

Pero lo dicho, perderos sin rumbo y pronto daréis con las otras calles bonitas del pueblo, como calle Princesa; la calle Real con sus tinaos llenos de flores y los Terraos de las Cámaras; o la calle Cristo en la que se sitúa el tinao del Pescado, donde se vendía el pescado que provenía de las localidades costeras.

Tampoco os podéis marchar de Pampaneira sin visitar su Lavadero Árabe, en el que hasta no hace muchos años era el punto de reunión de los habitantes.

Como curiosidad, este rincón se usó como escenario en la película española Yerma.

Otra de las cosas que hay que hacer en Pampaneira es comprar artesanía, en especial las jarapas de colores.

Las hay en forma de alfombras, mantas, colchas, cortinas e incluso hamacas.


Esta tradición artesana se originó con la expulsión de moriscos. Ellos usaban los telares para tejer la seda pero una vez expulsados, los vecinos les dieron una función más casera y, con la ropa usada, crearon las primeras jarapas que les aislaban del frío. Un reciclaje que con el paso del tiempo se ha convertido en una de las imágenes más típicas de la zona, llenando de color a estos pueblos de impoluto blanco.

Pero además, en Pampaneira, podrás llevarte un buen recuerdo gastronómico. Encontrarás varias gastrotiendas con los mejores embutidos, quesos, vinos, miel y resto de productos de fabricación local.


Recomendamos la Bodega La Moralea.
Es nuestra parada obligatoria, ya que además de estar ubicado en unas de las calles más bonitas del pueblo, te sirven un vino delicioso acompañado de una buena tapa queso y jamón, que para eso estamos en Granada.

Otra parada clásica es la fábrica de chocolate Abuela Ili. Allí podrás degustar su gran variedad de chocolates artesanos. Será inevitable no picar comprando un par de tabletas.

¡Están deliciosas!
¿Os ha gustado Pampeneira?
Pues seguimos carretera arriba…
Bubión
Un par de kilómetros más arriba, llegamos al segundo de los pueblos pintorescos del Barranco de Poqueira: Bubión.
De los tres, es el menos conocido pero ya os aviso que es igual de bonito y tiene algo que no tienen los otros dos: es mucho más tranquilo.

Así que lo de perderse y desconectar, en Bubión será mucho más sencillo.

Cumpliendo con el prototipo de pueblo alpujarreño, nos encontramos de nuevo con las callejuelas, las chimeneas con sombrero y el blanco impoluto de sus casas.
Si te interesa conocer como era la vida cotidiana hasta no hace muchos años, visita el Museo Casa Alpujarreña, instalado en el interior de una casa tradicional y con objetos cotidianos que han sido donados por los propios habitantes de Bubión.
Una de las mejores cosas por hacer en Bubión es visitar el Mirador de la Era, con unas vistas panorámicas de todo el pueblo. Allí podrás ver sus uniformes y grises terraos y la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario destacando sobre el resto.


Fue aquí donde decidimos contemplar el atardecer, que por cierto fue precioso, aunque hubo algo que no nos podríamos esperar: ver África.

Es justo en ese momento cuando uno se da cuenta del por qué esta zona tiene una conexión tan ligada con su pasado nazarí.
Capileira
Un poco más arriba y casi tocando el imponente pico Mulhacén, llegamos a Capileira, otro de los pueblos «estrella» de La Alpujarra.

De hecho Capileira, ubicado a 1.436 metros, es uno de los pueblos ubicados a más altitud, y no solo de toda la Alpujarra, sino también, de la Península Ibérica.

No es de extrañar que se haya convertido en un campo base para aquellos montañeros que buscan llegar a las cumbres de Sierra Nevada, como son los picos de Mulhacén y Veleta. No obstante, hay decenas de rutas y senderos para todos los niveles, siendo un lugar ideal para los amantes del senderismo.
Incluso podéis hacer senderismo con un guía que os explicará y llevará a algunos de los lugares con mayor encanto.

Se trata de otra maravilla arquitectónica en la que no faltan las casas escalonadas, los balcones con flores, los terraos y por supuesto, los tinaos.


Lo que es lo mismo, la arquitectura tradicional alpujarreña en toda su esencia.

Para muchos, es el pueblo más bonito de toda La Alpujarra y un fijo en las listas de los más bonitos de España.

Nada más llegar al aparcamiento del pueblo lo primero que te encontrarás es su mirador, desde el cual podrás divisar todo el Barranco de Poqueira. No es el único y desde algunos de ellos también podrás contemplar las majestuosas cumbres nevadas y el espectacular entorno que lo rodea.

De nuevo, y como hemos dicho en los anteriores pueblos, piérdete por sus callejuelas dejándote llevar por el embrujo andalusí.


Ya sea tanto en verano, en el que incluso refresca un poco a últimas horas de la tarde (como se agradece); como en invierno, cuando la nieve puede hacer acto de presencia y las chimeneas impregnan todo el pueblo de olor a leña.
No te puedes marchar sin conocer la Iglesia Parroquial de Santa María de la Cabeza, ubicada muy cerca de la plaza principal y levantada sobre, ¿adivináis qué?

Sí, sobre una antigua mezquita.
En su interior hay un precioso retablo barroco de madera que fue donado en el siglo XV por los Reyes Católicos.
Otra de las cosas que puedes hacer en Capileira es visitar la Casa Museo Pedro Antonio de Alarcón, donde podrás conocer cómo era antiguamente la vida en la Alpujarra, con una exposición de utensilios y objetos utilizados en el pasado tanto para la labranza como en la vida cotidiana. Además, hay un apartado destinado a la vida y obras de Pedro Antonio de Alarcón, novelista que como comentamos al principio, dejó plasmado en sus obras sus continuos viajes a La Alpujarra.
Por cierto, otra seña de identidad del pueblo son sus fuentes, tantas que incluso hay una «Ruta del Agua» que te llevará a las 12 fuentes del pueblo (y alrededores).

Y cómo no, en Capileria, al igual que el resto de pueblos de la Alpujarra, podrás comprar jarapas, platos de cerámica y todo tipo de utensilios hechos a base de esparto.



¡Seguro que algo caerá!
Como podéis ver, Capileira es una maravilla de pueblo.
Uno de esos rincones que enamoran a cualquier viajero.
Mirador de Poqueira
Una vez visto Bubión y Capileira, hacemos el camino de vuelta para dirigirnos a Trevélez, aunque haremos primero un par de paradas.

La primera es nada más pasar la gasolinera que hay cerca de Pampaneira, en una curva con un pequeño hueco para poder parar con el coche.

Se trata del Mirador de Poqueira y como podéis imaginar, desde aquí se obtienen unas de las mejores vistas de la zona.

En él hay una enorme roca que sobresale y que con un juego de perspectiva parecerá que estás desafiando la gravedad.

¡Un rincón para venirse arriba!

Fuente Agria
La segunda parada es en la conocida Fuente Agria, muy cerca del pueblo de Pórtugos.

Por el nombre os podéis hacer una idea de lo que os vais encontrar, ¿no?

Pues sí, se trata de una fuente de aguas ferruginosas o lo que es lo mismo, de un sabor a óxido bastante amargo y picante.
Para ser exacto, el sabor a óxido viene de su alto contenido en hierro, aproximadamente 10 miligramos de hierro por litro, proveniente de la limonita. La ligera sensación picante es debida al gas natural que contiene y a un bajo pH del agua.

Es esta alta cantidad de minerales la que le ha dado la fama por sus propiedades medicinales y según dicen, es muy beneficiosa contra las anemias, enfermedades relacionadas con el hígado, intestinos, riñones y útero.

De hecho, era una parada obligatoria para los viajeros de antaño.

La fuente está ubicada junto a la pequeña Ermita de la Virgen de las Angustias y alrededor de ella suelen haber puestecillos vendiendo miel, inciensos o alguna que otra artesanía.



Pero lo realmente interesante de este lugar es su pequeña cascada, conocida como El Chorreón y que debido a la gran carga mineral del agua, todo se ha teñido de rojos y naranjas, contrastando con el verde de este lugar húmedo.

Un lugar cuanto menos curioso.
Trevélez
Nos ponemos de nuevo en marcha conduciendo por esta sinuosa carretera llena de curvas y barrancos, aunque con un paisaje espectacular en el que no faltan los castaños, los saltos de agua y los miradores naturales.

Tras unos cuantos kilómetros llegamos a nuestro fin de trayecto: Trevélez.
Al igual que Capileira, se encarama a las faldas del Mulhacén a unos 1.476 metros de altura y su cartel a la entrada nos recuerda que estamos ante el Pueblo más alto de España.

Lo cierto es que hay otras localidades de España que están a mayor altitud, pero ninguno con más de 500 habitantes, así que ese título nadie se lo quita a Trevélez.
Dividido en tres barrios (Alto, Medio y Bajo), hay un desnivel entre ellos de hasta 200 metros, así que nos podemos hacer una idea del tipo de cuestas que nos vamos encontrar aquí. Cómo no, Trevélez conserva el perfil de arquitectura típica alpujarreña con calles empinadas, pequeñas casas blancas de tejados planos y chimeneas con sombrero.
No obstante, y a nuestro juicio, Trevélez no tiene el encanto de por ejemplo Pampaneria o Capileira.
Buena culpa de ello es que se trata de una localidad mucho más grande que las anteriores y con una actividad mucho más industrial debido, sobre todo, a su mayor reclamo: los secaderos de jamón.

Y es que gracias a su clima frío y seco, se dan las condiciones idóneas para la curación de jamón, un jamón mucho menos salado y que se ha hecho mundialmente famoso, consiguiendo incluso la certificación de Denominación de Origen.
Algunos de estos secaderos se pueden visitar, pudiendo conocer todo el proceso artesano de la curación.
No nos podemos olvidar de la otra principal riqueza de Trevélez: sus paisajes.
Al igual que Capileira, está rodeado de grandiosos parajes naturales como son Siete Lagunas, Vacares, el Pico del Rey, la Alcazaba, Cerro Pelao y por supuesto, el Mulhacén. Por ello, es un rincón ideal para practicar senderismo, además de otros deportes relacionados con la naturaleza, como la pesca de truchas en el río Trevélez.

Para terminar este viaje, no hay mejor manera que zamparte un buen plato alpujarreño. Y es que esta bomba calorífica de patatas a lo pobre, cebolla, pimientos verdes, huevos fritos, morcilla, chorizo y jamón, es igual de típica que las casas blancas, las chimeneas con sombreros o los tinaos.

¡Un clásico!
Hasta aquí la ruta por estos magníficos pueblos. No obstante, La Alpujarra de Granada la conforman muchos más pueblos y algunos como Capilerilla, Bérchules o Yegen bien merecen una visita.
Incluso hay una Alpujarra Almeriense, aunque esto ya lo dejamos para otro viaje.
Está claro que La Alpujarra de Granada es unos de los rincones más interesantes no solo de Andalucía, sino también de toda España. Un lugar, que a nuestro juicio, todo el mundo debería conocer.
¡Ojalá os guste tanto como a nosotros!

1 comentario en “Qué ver y hacer en La Alpujarra de Granada”